Vivimos en tiempos en los que decir algo de una manera u otra, podría significar una diferencia radical en la manera en que se comporta nuestro entorno, que sean amables o desagradables, tendrá que ver, en parte, con las palabras con las que se exponga cualquier comentario, idea, pensamiento, creencia, etc. Riesgoso fenómeno en una Sociedad tan traumatizada como la nuestra, puesto que los juicios son cada día más rígidos, no solo rígidos, sino que también existe una falta de comprensión del enfoque opuesto y, además nula/insuficiente disposición para aprender.
La autonomía de las personas cada vez es menor, cada día aumenta la dependencia del uso de las tecnologías; salir sin celular a la calle es tan desadaptativo como salir con una mano o una pierna menos, y es que contar con estos aparatos electrónicos nos posibilita resolver situaciones de una manera que significa mayor probabilidad de prevalecer. El humano ha desarrollado todo cuanto ha podido para subsistir, para reducir la muerte y aumentar la vida, pero ¿con qué sentido?.
La crisis del sentido
Esta crisis que atraviesa la humanidad, entre otras causas, es consecuencia de la sobrevaloración que se le ha dado a la razón (“Por la razón o la fuerza”, por ejemplo). A nivel de símbolo, la razón representa algo valioso, que suele ser considerado más valioso que los sentimientos, es el problema que tiene la Ciencia, ¿no?; y es que cuando se pesquisan antecedentes para responder cosas, siempre existirán investigaciones contrarias; “El Cannabis es bueno / es malo”. Esto es curioso, puesto que el juicio de bueno o malo es simplemente humano, pero ¿por qué no nos preguntamos desde qué juicios nos estamos planteando las preguntas de investigación? – “¿Quiero demostrar que el Cannabis es perjudicial o que es favorable para el humano?”.
Sin duda que el posicionamiento del investigador estará asentado sobre lo que siente al respecto del fenómeno que pretende estudiar y este, este es un gran asunto, ya que en una Sociedad traumada como esta, se ha vuelto adaptativo ignorar lo sentido, hay que apegarse a la razón para no decaer con ese sentido, incluso existen complejas familias de fármacos que reducen los síntomas del sentido.
¿Por qué anular lo que se siente?, antes juzgaba yo a quien hacía esto, posición visible en mi ejercicio laboral en los Docentes y trabajadores de la Educación que hacían su trabajo sin un sentido inspirador, simplemente una parte importante de ellos estaban “quemados”; antes de acallar el síntoma con intervenciones y diversos tratamientos, por qué aparece el llamado “burnout” o síndrome de agotamiento laboral?.
Mi juicio hacia los Docentes se alojaba en la idea de que este tira y afloja entre ellos como educadores y los cuidadores de los Estudiantes, termina educando en estos últimos, la idea de que los problemas son por su culpa.
