“Usted podrá saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó” (Jacques Lacan)
Una frase que puede explicar el verdadero problema de comunicación que tenemos y que produce las dificultades en las relaciones con un otro en nuestra vida cotidiana. Esto es una realidad muy común, creer que el otro entendió el mensaje que hemos querido transmitir desde nuestra perspectiva de una manera muy clara y evidente.
Pero ¿qué pasa cuando no es así?, ¿qué tal si el otro no entendió el mensaje tal como lo pensamos?. ¿Qué probabilidad hay de que el mensaje haya podido tener un grado de distorsión al ser recibido por la persona a la que fue emitido? ¿Es eso posible?
La respuesta a estas preguntas es que efectivamente existe la posibilidad de que el receptor de nuestro mensaje no logre captar ni comprender la esencia de lo que se quiso decir, esto es debido a varias razones como, por ejemplo:
La brecha de la interpretación: Esto significa que cada persona es única en todo su ser, esto incluye su forma de comprender e interpretar los mensajes, ya que para esto se basa en sus propias experiencias, vivencias y conocimientos que hasta ese momento haya tenido.
El lenguaje no verbal: Al momento de entregar un mensaje el receptor no sólo considerará el lenguaje hablado, sino que también el lenguaje no verbal, el cual en muchas ocasiones de hecho, suele tener un peso mucho mayor a las palabras a la hora de dar una interpretación al mensaje mismo. Es decir, el tono de voz en que se dijo, la postura que adopta la persona al emitirlo, el estado emocional en que se encuentra el emisor también produce un impacto en la interpretación influyendo en cómo se va a percibir dicho mensaje.
Supuestos y expectativas: Otro error es dar por hecho que el otro, con el solo hecho de escuchar logra comprender las intenciones detrás del mensaje. Esto no necesariamente es correcto lo que derivará en un mal entendido, de ahí lo importante de no dar por sentado que la otra persona logra comprender a cabalidad el mensaje oculto detrás de las palabras.
Debido a esto no es difícil comprender que pueden producirse malos entendidos o confusiones al momento de dar una interpretación diferente a la deseada por quien la emite.
Mensajes escritos (WhatsApp y otros): Este es un modo muy popular de comunicación hoy en día, pero conduce a muchas malas interpretaciones, porque en este caso la forma de comprender el mensaje va a depender de muchos factores que no suelen tenerse en cuenta como por ejemplo la entonación en el que el receptor leerá, las puntuaciones que en definitiva pueden marcar una significativa distorsión en el mensaje, el estado de ánimo del lector, la velocidad en que se lee, el momento en el que se lee, entre muchos otros factores, que en definitiva pueden llevarnos a una errada interpretación.
Escucha activa y empatía: Para poder comprender lo que el otro nos quiere decir es esencial poner atención y preguntar si hay algo que no se logra entender y no quedarse con lo que un supone, además, es necesario agregar a esta escucha activa un grado de empatía para poder conectar con el otro, con las emociones que en ese momento está sintiendo, el contexto que lo lleva a hablar o decir eso que está diciendo y de eso modo comprender lo que realmente quiere decir.
En definitiva, la comunicación no es algo para tomar a la ligera y el problema es que no se le da la relevancia que realmente tiene, “oír no es escuchar”. Escuchar es tomar en cuenta todos y cada uno de estos elementos, no dar por sentado nada, porque cada persona es única por lo tanto cada mensaje también es único, tanto para el que lo emite como para aquel que lo recibe, ambos se ven influidos y afectados por situaciones tanto internas como externas que de no ser aclaradas debida y oportunamente de seguro llevaran a un mal entendido provocando riñas, sufrimiento, abandono, violencia, odio y tantos de los males que hoy nos aquejan a todos.
Mi invitación es “escucha con atención antes de responder, observa a la persona que tienes frente a ti, si tienes dudas pregunta, nunca des por hecho nada, no saques tus propias conclusiones porque éstas pueden estar sesgadas”.
“Todos oímos, pero muy pocos escuchamos”.
